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¿Qué esconden y muestran las malas notas?

Es lo que dice Viggo Mortensen en la película “Captain Fantastic”, o más bien su personaje, a su hijo adolescente que está a punto de irse de viaje a Namibia:  ¨respeta a las mujeres con las que tienes sexo, aunque no las ames, vive cada momento como si fuera el último, y no te mueras¨. A lo mejor este no es el consejo típico que le daría un padre a su hijo en una despedida; es el de un padre que se ha preocupado de enseñar a sus hijos a sobrevivir en un mundo que no es un lugar justo ni seguro.

¿ Cómo cuidar a los hijos de los riesgos que implica la vida a cada momento? No solamente los riesgos inmediatos, como los que representa por ejemplo, el consumo excesivo de alcohol y de drogas, o del sexo sin protección, sino otros riesgos más difíciles de evitar y de cuantificar: los medios de comunicación y lo que ellos difunden. Para los jóvenes de hoy estos medios son imprescindibles para saber lo que está pasando a su alrededor. A través de ellos se generan  y difunden dichos, chismes, modas, se organizan fiestas, se hace bullying, se juega con grupos de amigos on line… en fin, lo importante es estar conectado.

Quizá lo que nadie les dice a los jóvenes es que los medios de comunicación no son la realidad, sino una representación de esta. Y ahí es donde los jóvenes se confunden. Las películas, los juegos de internet, los chats, son recreaciones de la realidad. En ellos se aumenta el volumen de la emoción, del desafío, de lo novedoso, porque sino es posible que no se le preste atención. La vida real tiene otros tiempos, otro volumen, otros colores, tiene más silencios y no viene con subtítulos ni música (o no siempre); simplemente es. Cuando la ficción cobra tanta importancia como para llevar a un adolescente al suicidio, por ejemplo, nos damos cuenta de que hubo una pérdida de distancia brutal con la realidad.

Muchos padres argumentan que sus hijos no están en peligro de ser influenciados por los medios, que tienen una familia que los protege y que pueden pensar por sí solos; el problema es cuando estos hijos viven este mundo irreal a escondidas, como un lugar paralelo con reglas diferentes y sin conexión con el mundo familiar-parental de todos los días. La casa debe ser un lugar seguro donde poder hablar de lo irreal y lo real. Sino, los padres están dejando a los hijos una tarea que es difícil para su edad: la de crear un puente entre lo representado en los medios y la vida cotidiana. No se trata de que pierdan la capacidad de soñar, soñar es necesario; se trata de poder disfrutar sin un estímulo permanente y sin sentir que la realidad es aburrida.

A lo mejor es necesario entonces, que padres e hijos conversen más acerca de sus deseos, temores, expectativas, para poder acercar un poco más lo idealizado y lo real. El papá que le dice “no te mueras”, a un hijo que se va de viaje, le está hablando del peor de sus temores, pero también le está mostrando que a veces la vida no es justa, ni segura.

 
 

Evaristo Lillo 209 (esq. Nevería)
Las Condes, Santiago, Chile.
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